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Islandia: un nuevo mundo que nace

Islandia - Hay vida después de la oficina

Islandia es otro nivel

Acabo de hacerme un café apurando el paquete de café que compré en Islandia para llevar un detalle a mi piso (el porqué de traer café intentaré contarlo en otro post). Mientras espero a que la cafetera se ponga a gritar vuelvo a reflexionar sobre lo afortunada que fui por poder visitar esta maravilla de país.

Islandia es otro nivel. Pocas veces no recomiendo un viaje (de hecho, no suele haber destinos que me disgusten) pero viajar a Islandia para mí fue una experiencia totalmente diferente. Puede que en parte fuera así por las circunstancias un tanto peculiares que rodearon a mi viaje, pero el país también tiene gran parte de culpa. Una persona cercana me dijo antes de ir:

“Da la sensación de un nuevo mundo que empieza”.

Sí, una frase muy bonita, porque la persona que la dijo también lo es. Pero el caso es que yo iba un poco con pies de plomo, sin tener las expectativas muy altas porque ir con las ilusiones infladas a un sitio por descubrir a veces no es la mejor idea. Y, sin embargo, tenía razón. Islandia es un paraje que transmite lo salvaje de un mundo que está por descubrir.

Cuando me fui, sólo podía pensar: “Ojalá no sobreexploten este rincón del mundo nunca”. Y es que tenía la sensación de que en el ritmo contemporáneo de explotar casi cada trozo de tierra en Europa se habían olvidado de esta isla que se halla más cerca de Groenlandia que del resto del continente europeo.

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Islandia es fuego y hielo

Parece un guiño a Game of Thrones pero no lo es (a pesar de que el país es escenario de parte del rodaje y visitamos algunos de esos lugares). En Islandia, por ejemplo, las casas no tienen calentadores y cuando uno se ducha con agua caliente está empleando agua que viene directamente de la tierra, y por eso desprende olor a azufre. Debajo de su superficie alberga un punto caliente y parte de la dorsal mesoatlántica (un límite entre capas tectónicas), que atraviesa el país de norte a sur y que incluso puede visitarse (a mí me impactó mucho, y si uno es buceador y tiene presupuesto para ello puede observar el límite más de cerca aproximándose al fondo marino).

En contraste, su situación geográfica provoca que sea un lugar plagado de glaciares (el centro de la isla, inhabitable, es un glaciar enorme en sí mismo), de manera que en varios puntos puedes contemplar en el mismo golpe de vista un glaciar enfrentado a un volcán. Estas estampas de verdad que son difícil de olvidar.

El 11% de la superficie del país está cubierta de glaciares, al mismo tiempo que alberga cerca de 300 volcanes (30 de ellos activos)

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Por allí ando yo whatsappeando entre el calor que sale de la tierra. /Foto de Jorge.

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Jorge ante uno de los glaciares que visitamos (del que puedo escribir más adelante).

Naturaleza salvaje con nombres que no puedes pronunciar

Seljalandfoss. Jokulsarlon. Raudfeldar. Reynisfjara… Nombres bonitos, ¿eh? Tienen su belleza (como todo en este país), pero para mí eran imposibles de recordar; tenía que hacerle fotografías a los carteles de información o apuntarlo en el teléfono móvil a tiempo.

Sepas o no pronunciarlos, los lugares dignos de fotografía que se pueden recorrer en Islandia brotan a cada paso y si hay una palabra que los define en conjunto es la siguiente: salvajes. En relación a lo que me dijeron antes de llegar acerca de que parecía un mundo que estaba empezando, la naturaleza en Islandia parece que despierta, que anda desperezándose sin ningún tipo de pudor. Uno puede coger el coche y tirarse a conducir parándose cada 500 metros, pues a cada paso se pueden encontrar paisajes que parecen postales. Creo que no he mirado tanto por la ventanilla del coche en ningún otro viaje que haya hecho.

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La espectacular Skógafoss.

El que haya caminado frente a Skógafoss y no se haya sentido sobrecogido ante la inmensidad de esta cascada supongo que será porque no suele practicar mucho el turisteo de naturaleza, porque yo me hallaba sin poder creer lo que estaba observando. Y momentos como este existen cientos en este país, pues hay estampas para todos los gustos: cascadas, cañones, playas de arena negra, lagos de hielo, glaciares sobre los que puedes caminar, géiseres que emiten columnas de agua a diez metros de ti… Un espectáculo constante.

Vi un par de tiendas de campaña a doscientos metros de esta cascada (la acampada en Islandia es bastante popular si estás preparado para el frío)… Imagina lo que tiene que ser despertarte y que lo primero que veas sea eso.

El sol de medianoche

Según la época en la que viajes, en el cielo de Islandia puedes hallar dos fenómenos diferentes: uno son auroras boreales y el otro es el sol de medianoche. Nosotros viajábamos en junio, es decir, no íbamos a encontrar auroras pero sí debíamos ir preparados para no ver noche cerrada en todo el viaje. Yo llevaba mi antifaz para dormir porque en teoría es lo que había que hacer pero no era muy consciente de lo que iba a suceder. También he de decir que yo soy de las afortunadas porque puedo dormir perfectamente con luz, y es que en Islandia los que necesitan bajar la persiana hasta abajo lo pueden pasar peor… Básicamente, porque en algunos alojamientos donde estuvimos no tenían persianas.

Pero más que contar voy a mostrar. En esta foto está Jorge respondiendo unos emails de trabajo en Reikiavik. La foto fue tomada a la 1:03 de la madrugada:

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Sí, es la 1 de la madrugada y no es de noche.

Un poco fuerte, ¿eh?

Nuestro viaje a Islandia

Pasamos 7 noches en este país maravilloso. En total, fueron 6 días completos recorriendo parte de la isla, pues recorrerla al completo en ese tiempo no es muy posible. Comenzamos en Reikiavik y nos movimos por la península de Snaefellsnes, para hacer después el famoso Círculo Dorado y recorrer el sur hasta Höfn, de donde subimos a Akureyri, en el norte, para poder asomarnos al oceáno Ártico y vivir un avistamiento de ballenas.

Mi intención es publicar algún post más con el itinerario más desglosado, poder detallar un poco más los lugares que visitamos y comentar algunos consejos prácticos (relacionados con que es el país más caro donde he estado y, por ejemplo, que sopla un viento que viene del Ártico que ni en Zaragoza con nuestro amado cierzo). A ver si consigo tener tiempo y puedo sacarlo todo adelante en los próximos días… ¡Espero que sí! Como veis, este país da para mucho.

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Haciendo el mongui con Jorge, uno de mis compañeros de ese viaje.

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