Lazo del Diablo
Creo que las emociones negativas pueden ser como la planta que atrapa a Hermione, Harry y Ron en la primera entrega de la saga Harry Potter: Lazo del Diablo. Te atrapan, y si quieres revolverte te agarran con más fuerza todavía hasta llegar incluso a asfixiarte.
Se hace patente en esos días en los que uno se revuelve demasiado. Entonces ese tipo de emociones se vuelven tentáculos que cubren cada vez más y más superficie. En mi caso, en ocasiones las disfrazo de preocupación por procurar que salga todo bien en las fechas importantes. Pero es absurdo, nada más que una manera de untar de maquillaje barato mi propia asfixia. Lo señalado de las fechas es un mito: todas las fechas importan, todas y cada uno de los días, porque en todos habitamos y vivimos. Cuando las fechas señaladas pasan, la vida siempre permanece.
A mí es lo que me acaba generando teñir de gris aquello que siento, pero las causas son infinitas y propias para cada persona. Puede que el agobio y la opresión vengan de personas que siguen en nuestra rutina sin que deban estarlo, de la exigencia que tenemos con nosotros mismos o quizás porque sentimos que tenemos una vida que no nos satisface.
Al final resulta indispensable traer a la superficie todas las cosas buenas e intentar que el nudo se afloje de esta manera. Cuando Hermione se relaja, se libra de la trampa. No siempre es fácil conseguir algo así. Los miedos, la angustia, la certeza de que ya no queda respiración que dar; todo ello puede volverse un arma que usamos contra nosotros mismos, de manera inconsciente, y que contribuye a que el nudo apriete con dolor y fuerza. ¿Qué ocurre cuando la ansiedad está demasiado presente como para cerrar los ojos y lograr respirar con profundidad un par de veces?
Resulta difícil, a veces, evitar que las emociones negativas se desparramen y lleguen incluso a crispar a aquellos que tenemos alrededor y que luchan con sus propias inseguridades. Tampoco ayuda estar rodeados de miradas de desaprobación que se comen la luz que a menudo es necesaria para salvarnos.
A mí la luz de otros me ha salvado muchas veces de los tentáculos de mi propia Lazo del Diablo. O, al menos, me ha servido para abrir un hueco que me ayudara a relajarme y salir de ahí. Resulta curioso pensar en Lazo del Diablo porque repasar esta escena me hace ser consciente de nuevo de que, al final, el truco está en calmarse y dejar que la luz del sol deshaga todos los nudos.
Al final, Hermione y Harry se salvan porque consiguen cerrar los ojos y tranquilizarse. Ron, en cambio, es incapaz de liberarse por sí mismo. Suerte que Hermione atiende en Herbología, y logra desenredarlo con su luz cuando está a punto de ser estrangulado.