Lo que más me gusta son los monstruos - Hay vida después de la oficina

Tengo Lo que más me gusta son los monstruos de Emil Ferris en mi mesilla desde que lo terminé. Allí dejo los libros de los que me gustaría escribir cuando tenga tiempo, y dejar este volumen en mi mesilla suponía tener casi la totalidad del mueble ocupado, pues si algo tiene este cómic es que no es precisamente tamaño bolsillo.

Pero es que Karen Reyes merece el tamaño XL. Un tamaño acorde a la fuerza de este personaje que a mí me conquistó desde las primeras viñetas, confusas y atrayentes a partes iguales. Una mezcla de emociones a ratos perturbadoras y que se ve perfectamente trasladada al estilo de Emil Ferris: con el bolígrafo como herramienta principal, sus trazos se van perdiendo entre otras técnicas más allá de los límites de las páginas, ya que a veces hasta tenía que poner el cómic del revés para poder seguir el flujo narrativo.

Lo que más me gusta son los monstruos - Hay vida después de la oficina

Lo que más me gusta son los monstruos, pero… ¿qué monstruos?

Karen Reyes es la protagonista de esta historia y dice no tenerle miedo a la muerte porque cuando sea mayor será una muerta viviente (según dice, “compuesta de oscuridad, eternidad y cosas así”). Esta pequeña aficionada al cine de terror de serie B y a las revistas pulp de monstruos, traslada a su libreta de notas y dibujos todo lo que vive, y se dibuja a sí misma como una niña-lobo. Karen, que vive con su madre y su hermano Deeze en la Chicago marginal de finales de los años sesenta, sueña con llegar a convertirse en detective. Y lo lleva a la práctica, siempre que haya podido robarle a su hermano la gabardina…

Con el misterioso asesinato de su vecina, Anka Silverberg, una superviviente del Holocausto de naturaleza peculiar y enigmática, le llega a Karen una nueva oportunidad para demostrar su talento.

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Lo que más me gusta son los monstruos acaba siendo un viaje caótico por la visión del mundo de una niña de 10 años, y no una niña cualquiera, sino de una niña que sabe lo que es la marginación y que la insulten en las calles y en el colegio, y que se mueve por los rincones más oscuros de Chicago con total naturalidad porque, al fin y al cabo, allí es donde ha crecido. Además, su afición a las artes oscuras y su relación con las personas que están a su alrededor acaban provocando que Karen que confíe más en los monstruos que en la mayoría de los humanos que conoce. E incluso que desee con todas sus fuerzas que un vampiro muerda a toda su familia para poder salvarlos.

Una ventana al mundo de Karen… y de Emil Ferris

Si algo destaca de este voluminoso cómic (que es la primera parte de una historia de 700 páginas) es, como ya adelantaba antes, su pulso acelerado a golpe de bolígrafo y la peculiar ruta que marca el ritmo al que se ven sometidas sus viñetas. El viaje por Lo que más me gusta son los monstruos acaba pareciéndose al que cualquier persona emprendería si encuentra un cuaderno que no le pertenece, lleno de anotaciones, y dibujos. Lleno de una vida que ha sido ordenada según un código determinado (de hecho, las páginas de la novela simulan las líneas de un cuaderno).

Como buena aficionada a las revistas pulp, cada capítulo de la historia de Karen Reyes está coronado por una página que simula las portadas típicas de estas publicaciones que no sólo acompañan a Karen sino que también acompañaron la infancia de la autora, Emil Ferris, quien sufriendo limitaciones físicas desde niña afirmó que en muchas ocasiones sólo los monstruos (reales y ficticios) lograron salvarla.

Lo que más me gusta son los monstruos - Hay vida después de la oficina

Portada de capítulo.

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Karen presenta a su hermano Deeze, también artista.

Lo que más me gusta son los monstruos - Hay vida después de la oficina

La furia del bolígrafo de Ferris llega hasta el interior de la cubierta de la novela.

Tal vez conociendo la historia personal que se esconde detrás de Lo que más me gusta son los monstruos se comprende un poco mejor la fuerza de esta protagonista y lo especial de su relato. Las 700 páginas que conforman la totalidad del cómic fueron creadas después de que Emil Ferris sufriera las consecuencias del virus del Nilo Occidental y quedara paralizada cumplidos los 40 años, siendo madre soltera y teniendo un trabajo nocturno que le permitía cuidar por el día a su hija de 7 años. Inmovilizada durante semanas, uno de los neurólogos que la trató le dijo que no esperara recuperar la movilidad de cintura para abajo y que no confiara en volver a usar su mano derecha. Como relata la propia Ferris, por suerte ese neurólogo se equivocó.

Así, la autora fue recuperándose mientras asistió a clases para prepararse como escritora y seguía dibujando, hasta que en el año 2010 comenzó esta novela y se inició una etapa vital que todavía le cuesta creerse. Ferris afirmó en una entrevista que en una feria del libro se echó a llorar cuando se le acercó una figura que le dijo: “Soy Art Spiegelman y me encanta tu obra”.

Autorretrato de Ferris, junto a Karen.

En camino está la segunda parte de las investigaciones de Karen y de la explosión de bolígrafo que es su mundo interior, profundamente ligado al de Ferris. A mí esta niña-lobo me ha sorprendido, me ha enseñado y me ha enternecido en muchas ocasiones durante mis lecturas. Además sujetar el libro durante más de 10 minutos cuenta como una visita al gimnasio.

Alguna info:

  • Título: Lo que más me gusta son los monstruos
  • Autora: Emil Ferris
  • Año: 2018
  • Editorial: Penguin Random House
  • Páginas: 416
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