Tremenda Jauría: el perreo va a cambiar de bando
Conocí la existencia del grupo colombiano Bomba Estéreo porque llegué un día al trabajo y me dijeron que en un par de días iba a tener una entrevista con Liliana Saumet, su carismática voz principal, a propósito de su nuevo trabajo, Amanecer. La primera información que tuve de ellos fue una crónica que habían escrito el día anterior en el diario El Mundo, en la que hablaban del “restriegue” que imperaba en sus conciertos y de cómo subía la temperatura de la sala a golpe de bailoteo y cumbia. Lo recuerdo porque el cronista describía muy certeramente el ambiente cargado de vapor, los cuerpos sudando y la atmósfera casi gaseosa.
Escribo esto no porque me haya equivocado de grupo, sino porque me acordé de esta descripción el viernes 10 de mayo por la noche, con los pies clavados en el suelo de una acaloradísima Sala López (Zaragoza), que meneaba las caderas a los ritmos cumbieros, reguetoneros y electrónicos de la banda madrileña Tremenda Jauría, como ellos dirían, a todo trapo. Porque si algo había en esta sala de conciertos era calor, muuuucho calor iniciado por una estancia abarrotada y rematado por un concierto en el que apenas hubo espacio para respirar y dejar de bailar entre canción y canción.
Como ellas mismas se definen en su web, “Tremenda Jauría es un colectivo madrileño de carácter DIY de música urbana que cuenta con el reggaeton, la cumbia y otras sonoridades tropicales como grito de guerra”.
Hace unos años se hacía difícil imaginarse feminista y fan del puro perreo, ese baile de restregarse con ritmo caribeño con el que muchos nos encontramos en nuestras primeras salidas nocturnas e incluso en nuestros primeros pasos en el arte del ligoteo. Las letras que imperaban e imperan en las canciones de este estilo musical no se caracterizan, precisamente, por su respeto a la mujer y a las relaciones sentimentales sanas. La mayoría de ellas hablan de maltrato físico, abusos, mujeres malas si son libres y de ser el puto amo siendo infiel pero darle una paliza a ella si se le ocurre hacer lo mismo, como retrataron en este vídeo alumnos de la Escuela de Arte de Cuenca.
Pero comenzaron a gestarse canciones que se podían sentir y bailar al mismo tiempo, como aquella de…
No voy dormir contigo esta noche
Aunque prometas llevarme en tu coche
No puedes hacer nada que me convenza
Quiero bailar cumbia hasta que amanezca
…la primera canción que escuché de Tremenda Jauría, donde se habla de volver a casa sola porque sí, porque así lo decidimos, por mucho que hayamos bailando y por mucho que le hayamos bailado a nadie.
¿Reflexión y perreo?
Quienes manchan sus manos con sangre
del pueblo que defiende su tierra,
ni con toda la lluvia del norte
van a ahogar este grito de guerra.¿Cuántas balas paran una idea?
¿Cuántos golpes esconde una herida?
Enterrraron nuestros corazones
y olvidaron que eran semillas…(Semillas)
Con Esta noche, una de las más conocidas de la banda madrileña, coronaron un bis en el concierto de la Sala López, mientras los gotillones de sudor llevaban rato cayendo por todas las espaldas. Incluso su vocalista principal hizo alusión a la valentía de aguantar ese calorazo. Pero, en verdad, no importaba, llevaras o no una cerveza fría en la mano. Con cada canción con la que volvían a atacar se mezclaban las ganas de moverse con sus mensajes potentes a golpe de autotune (“¡Autotune para el pueblo!”, cantarán/gritarán).
Y es que no sólo hablan de empoderamiento y de cómo “los feminismos nos salvan la vida”, sino también de dignidad y memoria, de libertad y de la necesidad de engrosar la presencia de mujeres encima de cualquier escenario, como bien rugen en Akelarre, de IV, su último trabajo, en el que anuncian que “han llegado las brujas que no arden en las hogueras”:
Que se vayan acostumbrando
a vernos en el escenario
este micro apunta sin fallo
ha empezado el akelarre…
Sororidad a volumen máximo: que tu sindicato sean tus amigas
La música de Tremenda Jauría puede enseñarnos muchas cosas pero para mí esta siempre ha sido la más importante: la sororidad, la necesidad de antes que con nadie compartir su música con tus amigas (algo que se podía apreciar muy bien en la sala). Parece que ligado a esos tiempos de reggeaton adolescente para muchas de nosotras también aparecían frases que por entonces pensábamos que nos hacían especiales pero que en verdad repetíamos casi todas como auténticos loros. “Me llevo mejor con los chicos que con las chicas”, “Tengo más amigos que amigas porque siempre me he sentido más cómoda”, “Me fío más de los hombres porque las mujeres sabemos ser más malas”… ¿Os suenan?
Poco a poco la palabra sororidad se ha ido metiendo más profundamente en nuestro diccionario, aunque para algunas (y algunos) que la pregonan sea difícil todavía interiorizarla y aplicarla a sus acciones y al final sigamos recibiendo galletas por ser “la mujer en discordia”. Pero si algo me devuelve a la tierra cuando se da alguna situación desagradable de este estilo son canciones como esta, que hablan de la necesidad de amar la vida y sobre todo amar a tus amigas:
Perdimos el miedo a caer
Aprendiendo juntas a flotar
Esto va de sostener
Las buenas, las malas
Y en un sistema contra la vida
Nosotras defendamos la alegría
Día a día pedalea tu rutina
Que tu sindicato sean tus amigas
Ahora que estoy lejos de muchas de ellas, canciones donde se subraya la fortuna de estar rodeada de amigas fuertes que van a sostenerme si yo flaqueo me calman y hacen que el mundo sea mucho menos malo. Y si además puedo llegar a estas conclusiones echándome unos bailes cumbieros, pues mejor que mejor, no os voy a mentir.
Así que procuro desear todos los días un poquito de “jarabe de amor para el miedo”:
Nos deseo todo lo mejor, to lo bueno
brindando al dolor con veneno
Dejarlo reposar cambiando las reglas del juego