Barrio de Belem y free tour por el centro – Lisboa por libre
Free Tour y barrio de Belem
Free tour por el centro de Lisboa
Después de la paliza del día de ayer, en Sintra, Cascais y Cabo da Roca, hoy nos permitimos dormir un poco más y el día se afronta de otra manera. Sin embargo, queremos hacer un free tour a las 10:00, así que tampoco pasamos toda la mañana vagueando. Nos decidimos por el free tour de Sandemans New Europe; como sale de la Plaza Luis de Camões no nos queda demasiado lejos. Aquí tenéis su web, por si queréis echarle un ojo a todos los recorridos diferentes que ofrecen.
Para desayunar probamos los pasteis de nata de la Mantegaira (recomendada para probarlos) y con los pasteles y un café calentito comenzamos el tour entre el viento que también nos acompaña ese día. Tenemos la suerte de tener a Cecilia de guía, una joven argentina que transmite una pasión por Lisboa que se contagia totalmente. Hace el paseo muy ameno (lo cual se agradece con este frío) y nos cuenta muchas anécdotas y episodios históricos relacionados con los lugares que recorremos. También nos enseña algún truco para saltarnos trampas para guiris que nos deja con la boca abierta, como uno relacionado con el famoso Elevador de Santa Justa…
El tour termina en la Plaza del Comercio (donde flipamos mucho al ver lo fácil que es que te vendan droga en esa plaza, ¡a plena luz del día!) y aprovechamos para ver las vistas (la inmensidad del río Tajo, una vez más) y hacer unas fotos aprovechando que ha salido el sol (el milagro del día). Algo gracioso del tour es la de veces que Cecilia nombra que a Lisboa, aparte de llamarle la Ciudad de las Siete Colinas (así se entiende por qué tanta cuesta también) o la Reina de los Mares, como ya os contaba antes, se la conoce como la Ciudad de la Luz por los reflejos que el sol le arranca al río y sus edificios durante casi todo el año. La pobre hasta se disculpa cada vez que lo dice retratada en ese cielo tan gris.
Queremos ir a comer a un sitio que nos han recomendado en el tour, la cervecería Paço Real, y de camino nos cae una tromba de agua que nos deja empapados de pies a cabeza. Menos mal que el bar resulta todo un acierto: queremos probar la bandeja de pescado fresco, y curiosamente nos la sirven y uno de los camareros, mientras canta, nos limpia el pescado en la misma mesa, un detalle que agradecemos mucho. La comida está deliciosa, pero la caminata del tour y la lluvia nos ha dejado agotados, así que decidimos ir al apartamento a descansar un rato antes de ir a Belem, donde nos esperan sus famosos pasteles… y su torre, que también es famosa.
Belem y sus pasteles
Igual parece exagerado hablar tanto de estos pasteles, pero el obrador Pastéis de Belem es lugar de peregrinaje obligatorio. Así que con ropa seca, y ya atardeciendo, cogemos el tranvía hasta el barrio de Belem y nos bajamos delante del obrador, donde compramos unos pasteles para llevar. En este obrador-cafetería hay un lugar para pedir todo para llevar (donde la fila va bastante rápida) y una parte con mesas por si uno quiere comérselos tomándose un café tranquilamente.
Mientras probamos estos pastéis, pasamos por delante del Monasterio de los Jerónimos (que, a esas horas, ya está cerrado) y observamos su impresionante exterior mientras caminamos hasta el Monumento de los Descubrimientos. Se puede entrar dentro y subir hasta un pequeño mirador, pero nosotros no lo hacemos. Yo no soy muy fanática de los monumentos y atracciones que celebran el “descubrimiento” de América y, aparte, es ya noche cerrada, así que tampoco nos merecía mucho la pena. Seguimos el camino que discurre pegado al río (hace una ventolera que asusta) hasta llegar hasta la icónica Torre de Belem, una de las estampas más reconocidas y famosas de Lisboa. Esta torre fue construida como edificio de defensa militar y, más tarde, usada como cárcel, faro e incluso como centro para recaudar impuestos. Yo la recordaba de cuando había estado en Lisboa de pequeña como un edificio que me pareció muy bello, y en esta ocasión no pensé lo contrario. La vemos ya siendo de noche, así que nos la encontramos iluminada.
Después de dar un paseo por el parque que rodea la torre (el Jardim da Torre de Belém) emprendimos la vuelta y antes de volver a casa pasamos por el Mercado da Ribeira, un mercado gastronómico que estaba a rebosar y que ofrece propuestas de comida muy diversas, la mayoría internacionales. Dimos un paseo por los puestos pero no encontramos ningún sitio para sentarnos, así que aprovechamos para probar en un sitio los famosos chupitos de ginja antes de volver a casa. Con ese calorcito en el cuerpo, volvimos al apartamento a cenar. Esa noche tocaba, además, dar una vuelta por la Lisboa nocturna y descubrir más de un garito muy curioso (eso sí, ¡lleno de fumadores!).
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