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NaNoWriMo: Cómo sobreviví a esta experiencia

Para mí, NaNoWriMo significó muchas cosas, pero sobre todo significó algo que los que me conocen saben que me acompaña desde hace casi dos años: escribí una novela. ¿Qué tiene que ver este palabro lleno de minúsculas y mayúsculas con escribir una novela? En este post pretendo contar cómo fue mi participación en NaNoWriMo 2016.

¿Qué es NaNoWriMo?

NaNoWriMo hace referencia a National Novel Writing Month (el mes de la escritura de novelas). Es un proyecto que se inició en Estados Unidos a finales de los noventa con un objetivo bien claro: empujar a escritores -la mayoría no profesionales- a escribir, al menos, 50.000 palabras durante el mes de noviembre. De esas 50.000 palabras, la idea es que nazca una novela completa o al menos gran parte de ella (normalmente, es parte de una novela, ya que en los mundos de las editoriales 50.000 palabras se consideran pocas para un producto de este tipo).

Para verlo un poco más claro, lo primero que se suele pensar es que si uno tiene que escribir esa cantidad de palabras lo ideal sería que lograra teclear una media de 1.667 palabras cada día. Para que os hagáis una idea, mi post sobre Action House tiene un poco menos de 1.000 y este que estáis leyendo 1.460. A un tipo de letra de Times new roman (por ejemplo), a 12 puntos y con interlineado normal, son unas tres páginas en un documento de Word.

¡Buf! ¿Tres páginas al día? Vaya locurón, ¿no? Bueno, sí y no.

Lo bueno de NaNoWriMo es que motiva a librarte de muchas ataduras y bloqueos internos que muchos escritores de ficción, en ocasiones, nos imponemos a nosotros mismos. El objetivo de este proyecto es simplemente escribir. Sentarse un rato cada día, abrir un documento y escribir, escribir y escribir. No importa si la estructura del texto no es del todo lógica, si los personajes no están muy bien construidos o si los diálogos pueden mejorarse: si uno es capaz de escribir 50.000 palabras en un mes luego tendrá todo el tiempo que quiera para volver sobre su trabajo y retocar, reescribir y tomar decisiones con más calma. No importa qué historia sea ni cómo de trabajada esté, pues para el National Novel Writing Month cada historia es importante y cada persona que participa es un escritor.

Web del proyecto.

¿Qué aporta participar en este proyecto? ¿Por qué no, simplemente, abrir un documento y comprometerse todos los días a escribir un poco y pasar de los locos esos de NaNoWriMo? Si soy sincera, eso pensé cuando me registré, porque yo habitualmente soy bastante sosa en este sentido. Sin embargo, al registrarse en la web uno se suscribe a su sistema de mails motivacionales (que motivan de verdad) y que a uno le alegran el día cuando se sienta delante del ordenador a escribir.

Además, en tu perfil puedes encontrar un contador de palabras en el que ir copiando tu texto día a día y así puedes observar tus estadísticas y tu propio desarrollo como participante. También se pueden encontrar eventos y grupos de participantes agrupados por regiones, porque una de las patas más importantes de este proyecto son los eventos regionales que reúnen a personas que se juntan a compartir experiencias y animarse a escribir (con juegos, retos y veladas enteras compartiendo espacio de escritura). Yo no participé en ninguno (a pesar de que fiché los que se celebraron en Madrid y Zaragoza), pero porque era una novatilla y todavía estaba un poco perdida.

Mi experiencia, madrugar sin piedad para escribir

Si quería escribir este post, aparte de para animaros a que participéis en el programa, era sobre todo porque mi participación en NaNoWriMo cambió muchas cosas en mí, como persona y como escritora. Yo no conocía esta iniciativa, llegué a ella de casualidad ya comenzado el mes de noviembre a través de un tuit de otra persona. Di con el programa en un momento en el que mi vida se guiaba en gran medida por la escritura y la insatisfacción. Llevaba medio año trabajando en una oficina con horario de nueve de la mañana a seis de la tarde en Madrid, es decir, ese lugar donde uno puede tardar más de una hora en ir de su casa al trabajo. Durante todos esos meses, había intentado buscar fórmulas para no dejar de lado la escritura, pero no lo había conseguido. Al salir del trabajo dedicaba ese tiempo para disfrutar de un poco de ocio, o si iba directamente a casa llegaba agotada, sin ninguna gana de encender mi portátil después de haber estado nueve horas tragando pantalla en la oficina. La situación estaba empezando a hacerme bastante mella, y fue entonces cuando llegó noviembre.

No recuerdo exactamente en qué momento decidí que mi fórmula iba a ser madrugar para escribir. Había intentado frustradamente escribir después de trabajar, así que iba a probar a escribir antes de comenzar la jornada laboral. Y, contra todo pronóstico, funcionó. Los madrugones comenzaron a ser mi salvavidas. He de aclarar que también entraron en juego dos personas cuyos consejos me empujaron a querer conseguir esas 50.000 palabras. Nuno, un profesor de inglés maravilloso y muy sabio, me habló con franqueza de los bloqueos internos que veía en mí como escritora y me animó a esforzarme por lo que realmente me motivaba en la vida. Que las musas te pillen trabajando, me decía siempre. Y mi amiga Lola, al hablarle de que estaba participando en el proyecto pero no tenía intención de escribir las 50.000, sino simplemente de escribir, me dijo: ¿Por qué no? ¡Escríbelas! Y así fue.

Por esta última parte, he de decir que mi participación en el proyecto fue algo irregular. En un principio, escribía cada día sin pretensión de llegar a un máximo de palabras, así que me planté en la tercera semana de noviembre con unas 20.000. Ahí fue cuando Lola me animó a apuntar más alto y en la última semana del mes cogí un sprint de locura y el 30 de noviembre allí estaba, metiendo en el contador de la web mi texto de más de 50.000 palabras. No os podéis imaginar la emoción extraña pero reparadora que sentí.

NaNoWriMo - Hay Vida Después de la Oficina

Relación de participantes y ganadores del 2016.

Conclusión: ¿mereció la pena?

Creo que no hace falta decirlo, pero . Muchísimo. Yo nunca había sido capaz de escribir algo largo, siempre me atascaba en estructuras, capítulos, personajes… Todo elementos externos a lo que es la escritura en sí, pero siempre habían conseguido lastrarme, es decir, yo acababa lastrándome a mí misma. Y durante el mes de noviembre de 2016, cada vez que me ponía delante de Puente, la novela que decidí escribir, me dejaba llevar por mis dedos y mis personajes me guiaban. Eso fue mágico. Había mañanas en las que no sabía qué iba a escribir, pero escribía. La historia fue fluyendo de una manera totalmente natural, y cada día que avanzaba un poco (después de que el despertador sonara entre las 5:30 y las 6:00 de la mañana) aprendía algo más sobre el proceso de escritura y sobre mí misma.

Aprendí, por ejemplo, la enorme importancia de tener una rutina de escritura marcada y de respetarla por encima de todo. Estamos acostumbrados a tomárnoslo como un hobbie porque no nos da de comer, pero es necesario pararse a pensar que si de verdad nos interesa debemos ir a por ello y dedicarle entrenamiento y compromiso.

Además, verme capaz de algo así mejoró mi bienestar y mi autoestima. Eso fue lo mejor. Mi participación en NaNoWriMo 2016 fue un viaje que reparó la confianza en mí misma y me hizo descubrir que muchos de los obstáculos con los que siempre daba en la escritura los ponía allí yo misma. Y me dio más de la mitad de lo que hoy es Puente, una novela a la que le tengo un cariño infinito (¡es mi hija pequeña!).

NaNoWriMo - Hay Vida Después de la Oficina

Vista de parte de las páginas de Puente. Un locurón.

¿Algunos consejos? Yo os diría que busquéis ante todo un momento del día en el que sólo os dediquéis a escribir y, al menos durante ese mes, no lo cambiéis por ningún otro plan. Yo tuve que sacrificar un poco la vida social (no mucho), pero en diciembre ya me pude relajar algo más. También que deis con vuestra situación ideal de concentración; yo usaba listas de reproducción de piano o de música jazz y me aislaba totalmente del trajín de mi piso compartido. Y, lo más importante, que creáis que podéis hacerlo. Se puede de verdad, y muchas veces, aunque no queramos verlo como me pasaba a mí en un principio, sólo es cuestión de confianza y de echar abajo algún que otro muro.

No sé vosotros, pero yo ya estoy preparada para el NaNoWriMo 2018. A ver si esta vez también sobrevivo.

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