Hay Vida Después de la Oficina - Maestro Sho Hai
Publicada en enero de 2013 en Eclectic Magazine.

Maestro Sho Hai. El rey de las cantinas. Gran Mago Beodo. Hate. Yuen Shiao Tien. Sergio Bolínguez. Hodio. Se le conoce por muchos nombres, pero todos tienen su génesis en el mismo: Sergio Rodríguez (Zaragoza, 1976).

Sólo los verdaderamente fieles logran conocerlo por su nombre de pila, pero es inconfundible si un fan se lo cruza por la calle. Un treintón de metro noventa con aires de adolescente. Acude con prisas al encuentro, y se disculpa.  La verdad es que Maestro Sho Hai impone. Espesa barba y gorra tapándole casi por entero los ojos, unos ojos que dirían mucho más si fueran menos tímidos pero que se transforman cuando están encima de un escenario. Va vestido como podría ir cualquier chaval imberbe que camina de manera rítmica por la calle imaginando que pasea por el Bronx. Pero él dejó a ese chaval en los ochenta, al menos físicamente. Ahora es un hombre, un hombre que vive por y para el rap y que a pesar de las arrugas que empiezan a asomar en su rostro sigue siendo un adolescente.

“Vamos a echar una cervecilla a un sitio tranquilo”, y medio sonríe porque está nervioso. En el trayecto a la cafetería apenas puede dar dos pasos sin tener que pararse a saludar a alguien. Y es que este zaragozano de acento cerrado engaña. El título de su primer disco en solitario, Doble Vida, no podía ser más acertado; ídolo del rap español, para casi todo aquel que lo conoce sigue siendo el mismo chaval de las Delicias, su barrio natal. Es un rapper, que dice él, pero también una persona normal que sigue ilusionándose como cuando tenía quince años cada vez que hace una rima. A pesar de esa doble vida, no ha dejado de ser ese zagal de barrio. “Yo vivo en las Delicias y ya está.  De las Delicias, tío, en las Delicias he nacido y ahí creo que perduraré por los años, co.”

  • ¿Ha cambiado algo ese chaval al convertirse en el hombre de 36 años de ahora?
  • Estoy más gordo y más calvo, pero por todo lo demás sigo siendo el mismo. Con la misma ilusión que hace muchos años de hacer lo que me gusta. Es una pasada, cada vez que me hago una letra, un cacho nuevo, es un subidón de autoestima… Eso no se puede explicar realmente.

Se le nubla la mente al preguntarle por sus orígenes porque han pasado muchos años. En 1996 se lanzaba al mundo de hacer rap después de llevar toda su vida escuchándolo y varios años haciendo sus pinitos como letrista. Uno de sus hermanos musicales, David Gilaberte, le propuso una noche que escribiera una letra para la maqueta que estaba preparando. Este hermano no era otro que Lírico, con el que acabó formando Violadores del Verso junto con Javier Ibarra (Kase.O) y su inseparable Rubén Cuevas (R de Rumba). Ambos tenían un whisky en la mano y, no se sabe si por las ganas que Rodríguez tenía o por los aromas del alcohol, dijo que sí. Él todavía no rapeaba y no estaba muy seguro. “Me lo dijo un día el David y me lo tomé tan al pie de la letra que mírame. Madre mía… La verdad es que sí, me dio la alternativa el pibe. Sí, sí, se puede decir que es mi padrino grupalmente. ¡Lo es, qué cojones, lo es!” Y ahí empezó todo. Tres años después de empezar con Los Bufank en el 96, se vio viajando a Nueva York para grabar el que sería el primer disco de Violadores del Verso. Lo rememora y todavía hoy lo califica de increíble.

Hay Vida Después de la Oficina - Maestro Sho Hai

Foto: Go-Mag

  • ¿En algún momento se te pasó por la cabeza que ibas a llegar a, por ejemplo, ser número uno en las listas de ventas españolas con una canción de rap?
  • No, jamás. ¡Imagínate! Eso es imposible cuando empiezas las maquetas, que las grabas en el cuarto donde duermes, se puede decir. Nadie me lo iba a decir, además en no relativamente mucho tiempo. Yo estaba flipando con ya el simple hecho de grabar un disco profesional en un estudio profesional. Es increíble y no te lo esperas nunca. Ha sido un poco la constancia y el trabajo de hacer lo que te gusta, creer en lo que haces, quererlo mucho y mucho trabajo, tío. Y empezar siempre desde el principio
  • ¿Habrías acabado escribiendo tarde y temprano aunque tu colega no te lo hubiera propuesto?
  • No lo sé, macho, yo creo que incluso antes que me lo dijera el Lírico la historieta de hacerme una letra para una maqueta que estaba preparando él alguna rimilla trapera tenía por ahí en la carpeta. Pero sí, realmente la primera letra así en serio que me puse a hacer así de serio fue para este tío. Porque, claro, el último en rapear de Violadores del Verso fui yo. Kase.O y Lírico ya rapeaban, yo no. A ellos los veía en conciertos y decía “Hostia, yo quiero hacer esa movida”.

Y acabó haciendo esa movida, como lo llama él. De tal manera que ahora pocos se mueven en el mundo del rap sin conocer su nombre y el de sus compañeros de grupo. Reconoce su éxito, pero deja claro que ha sido gracias al trabajo escalonado. Hijo del esfuerzo, entre risas rememora cuando empezó en la música y los ordenadores, dice, casi se movían con pedales. Se siente afortunado por poder vivir haciendo lo que le gusta y no abandona nunca la modestia con una pizca de estupefacción. “Jamás… quién me iba a decir a mí que iba a estar donde estoy ahora.”

Pero lo llevaba en la sangre. Desde que era pequeño bebió de la música que su hermano escuchaba, con quien compartía habitación y que es conocido también en el mundillo como Rebel. “Un poco hacías lo que hacía el hermano mayor”. Así que comenzó a dejarse llevar por el rap ochentero, aunque tacha sus bases y sus letras de traperas, pero era lo que había entonces y lo que ha servido de cuna a todo el rap que vino en los noventa. Todavía hoy sigue escuchando a los raperos que lo influenciaron: americanos, de la Costa Oeste de Los Ángeles, pero sobre todo los MCs de Nueva York. “Eran los grandes, y lo siguen siendo. A día de hoy sigo escuchando esos discos, no pasa el tiempo por ellos ni por esos discos.” Se sigue inspirando con ellos, pero en nuestros días el panorama del rap español ha cambiado y hay mucho material nacional que merece la pena. Precisamente por esto uno de sus motores es la competición sana que los raperos españoles llevan entre ellos y que les incita a ser mejor, a hacer una rima mejor que la que acaba de sacar su colega. Porque curiosamente casi todos lo son. El rap es uno de los géneros más sólidos en España en cuanto a las relaciones internas que tienen sus artistas. En su nuevo disco se pueden escuchar colaboraciones de otros artistas nacionales como Xhelaaz, Big Hozone de Hablando en Plata, Lírico y Kase.O o Grossomodo, y todo son favores que se hacen “entre amigos”.

  • ¿El rap español en parte se mantiene fuerte por la colaboración que existe entre los del mundillo?
  • La movida es que nos conocemos casi todos los grupos de España, somos todos muy amigos. Cada vez que vamos a un festival y nos juntamos es una fiesta. Y es un placer juntarte con esta peña, somos fans casi todos de todos. Nos mola lo que hace el otro. Es eso, tirar más que nada de gente que son tus amigos y que sobre todo te gusta lo que hacen. Simplemente eso.
  • ¿Has notado cambios en la mentalidad de la gente respecto a esta música? Con Violadores, en gran medida, habéis contribuido a abrir las fronteras del rap.
  • Sí, por ejemplo en cuanto a festivales importantes como pueden ser el Viña Rock o el EnVivo ya tenemos un escenario sólo de hip-hop. Eso lo hemos conseguido los propios rappers a base de currar y currar.
  • ¿Notas que se han dejado atrás los estereotipos?
  • Sí, nos toman más en serio. Ya no ven el típico tío con la gorra, los anuncios de paté La Piara de un tío haciendo rap. Ahora nos toman más en serio. Que decimos cosas serias, co. Aunque más en serio se nos tendría que tomar.

Se ha recorrido camino, pero todavía queda. Y eso que Maestro Sho Hai pasó de comprar los pocos discos de rap que llegaban a las tiendas casi sin escucharlos a estar el número 1 en las listas de ventas con Vivir para contarlo, por encima de artistas más comerciales como David Bisbal o Malú. Lamenta el horizonte musical español, tan mercantilizado, y tacha a España de un país en general inculto musicalmente. Las promociones de las grandes empresas matan la música de autor, la que debería merecer la pena. Han conseguido mucho, pero todavía siguen sin sonar apenas en la radio, aunque admite que tampoco quieren sonar en radiofórmulas como los 40 Principales porque “Ahí suenas si sueltas el dinero, es así, es así de triste, es súper trapero.” Precisamente esos días en lo alto de las listas de venta lo llenaron de orgullo porque se lo tomó como un toque de atención a las grandes discográficas, así como una esperanza para los amantes de la música alternativa, “música de mucho curro y pocos anuncios”. Por cosas así no lamenta salir tan poco por la televisión, porque a pesar de todo de vez en cuando puede decir “Eh, señores, aquí estamos”.

Se pone muy nervioso en las entrevistas porque dice ser extremadamente tímido. Suele escudarse en sus tres hermanos musicales, el resto de integrantes de Violadores del Verso, pero ahora que ha lanzado su primer trabajo en solitario no le queda otra que pasar el mal trago de vez en cuando. Aun así, mientras avanza la entrevista Maestro Sho Hai se va soltando, se siente más cómodo. En parte porque le ayuda no enfrentarse a las preguntas de siempre sobre dinero o sobre una hipotética separación en Violadores del Verso ahora que corren todos en solitario. Con su primera vez ha aprendido que está muy bien un trabajo propio de vez en cuando, porque ha podido contar vivencias más personales. Aun así, se le amargan un poco las palabras cuando habla de todos aquellos que no se informan y pregonan que no habrá más Violadores del Verso. Los considera sus hermanos, y además confiesa que no sabe hacer otra cosa, aparte de cocinar, “Soy un buen partido”, añade y ríe mientras se toma una pausa bebiendo un trago de cerveza.

  • Violadores, como vosotros decís, “en el rap de por vida”, ¿no?
  • Es que es lo que nos ha gustado hacer toda la vida, macho. Aunque no hiciese rap estaría toda la vida escuchando rap. Me flipa, es una música que me llega mogollón. Realmente estás pensando en el rap desde que te levantas hasta que te duermes, tío. Y en casa estás haciendo cualquier movida y te pones un disco de fondo. Siempre estás ahí con la música en la cabeza, escuchándola, haciéndola, compartiéndola. Es lo que hablamos, que esto no es sólo música, hay mucho trasfondo detrás. No es sólo escuchar o hacer música, es compartilo con tus amigos. Y eso es muy bonito.

Pues para Maestro Sho Hai el rap no es sólo música, es su vida. Intentó empezar bailando break-dance, pero no era lo suyo, “Era un zopenco, a la par que un patán”, así que acabó haciendo de las letras y los ritmos de base su terapia. Muchos aficionados con los que se encuentran lo tienen por un gurú, pero se quita importancia. Él simplemente hace lo que le gusta y además le sirve de tratamiento anti-estrés. Escribir lo que sea, aunque no sea para sacar discos. “Escribir es cojonudo, aunque no me quito toda la mierda.” Pero le ayuda mucho. En su nuevo disco asusta el tema Infierno, infinitamente pesimista, y se le arrasa la mirada cuando explica que lo escribió tras la muerte de su padre. Épocas jodidas, dice, en las que le da asco todo y en las que si no escribe explota.

Hay Vida Después de la Oficina - Maestro Sho Hai

Foto: Elena C. Alonso

Porque aparte de rapper, Maestro Sho Hai es siempre Sergio Rodríguez, la otra cara de esa Doble Vida. Su apariencia y su voz grave de acento cerradísimo zaragozano hace que te sorprendas pensando que pasarías miedo si te lo cruzaras en un callejón de noche. Pero en realidad es todo sentimiento, pasión y honestidad. No tiene reparos en emocionarse o definirse como un romántico. “Yo, cuando quiero, quiero de verdad. Dar mucho cariño y sobre todo que me lo den también. A pesar de este aspecto… así de cavernícola. Pero sí, me gusta que me den amor. Y sobre todo darlo.” Dar amor forma parte de su ritual antes de salir a un escenario. Abrazar a sus compañeros de grupo y decirles que los quiere, aparte de “echarse unos traguillos” para poder soltarse mejor. Aunque el mejor estimulante para este zaragozano es el simple hecho de salir a un escenario. Su famosa vergüenza desaparece y deja de esconderse debajo de la gorra. Se crece. Se vuelve tan loco que dice que si se ve grabado no se reconoce. Se le olvidan todos los problemas y se rinde al más visceral espíritu del rap. Sabe que lo que hace en ese momento lo está haciendo bien y, sobre todo, sabe que la gente disfruta. Se ha bajado del escenario llorando en más de una ocasión por el simple hecho de ver cómo el público canta con él, sobre todo en conciertos en Latinoamérica. La emoción de pensar que la gente siente una letra que él ha estado escribiendo en su casa en ropa interior le hace dar todo lo que tiene. Todo. “Tienes ahí a la gente contigo y es muy bonito, macho.”

Por esta emoción que le brinda la música ha marcado su piel en muchas ocasiones. Sus tatuajes pueden decir mucho de él. La doble uve que es símbolo de su grupo en el brazo, un Siempre de riñón a riñón, el nombre de su abuela, el símbolo de Rap Solo, su nombre en chino y un Soy dragón en el mismo idioma… “Todos los tatuajes que llevo me representan en algo.”, dice mientras enseña el último: todo un brazo derecho dedicado a los ochenta mediante personajes como ET, los Gremlins, Alien, Alf o Los Cazafantasmas. Y se echa a reír ante la mirada atónita de esta entrevistadora mientras imita la voz de su amigo R de Rumba cuando le dice: “Hate, eres el eterno adolescente”. Sho Hai dice que se quedó anclado en los ochenta. De esta década también viene su fijación por las zapatillas de basket Jordan, de las que tiene unos ciento cincuenta pares. No se considera un coleccionista, simplemente le gusta tener las zapatillas que no pudo tener de pequeño y combinarlas con sus más de setenta gorras. “Me flipan este tipo de pijadas.”

Se explaya resaltando lo positiva que ha sido la experiencia de su disco Doble Vida. Los frutos de escribir con el corazón en la mano y dejarse muchas lágrimas en un papel.

  • ¿Tenías ganas de hacer algo así, un disco entero tuyo donde pudieras expresarte con canciones propias?
  • Sí, ahí me he desnudado más aún si cabe. De hecho, acabé la movida y se me quedaron frases increíbles que están guardadas en un cofre. Tengo mogollón de frases. No escribo todos los días porque tampoco me mola, pero casi todos los días me apunto frases en el teléfono, o alguna palabra que me gusta y tal. Si estás un poco bloqueado vas a los archivos secretos y te encajan de lujo.
  • ¿Algo que destaques de Doble Vida?
  • Lo que se dice siempre cuando todos los grupos hacen disco en solitario: más personal. Sí, muy personal, sobre todo en estados de ánimo me he basado.
  • ¿Has estado a la altura de los conciertos sin tus compañeros de Violadores?
  • Sacar trabajos en solitario es un reto también, y la verdad es que yo antes de sacar mis movidas estaba muy acojonado. Estaba muy contento con el trabajo del disco y tal, pero tuve una pequeña crisis antes de los conciertos de verme solo en los escenarios, rollo llorando en mi casa. Pero ya el segundo concierto fue escalón arriba y prueba superada. Sesión de autoestima y esperando al siguiente.

Ahora hace grandes conciertos, pero también sesiones más íntimas en salas pequeñas. Le gusta sentir el calor de la gente y poder interactuar con ellos de una manera más estrecha. Maestro Sho Hai no para, al igual que tampoco parará Sergio Rodríguez. Seguirá en esto. “Forever” dice. Muy contento y tocando la mesa del bar, de madera. Con ganas de comerse Sudamérica y presentar su nuevo trabajo, pues siempre le ha impresionado Latinoamérica, estar caminando por Santiago de Chile y que la gente lo pare para hacerse una foto con él. A tantísimos kilómetros de su casa, del zaragozano barrio de las Delicias, donde todo empezó hace años una noche en un parque. Se le llena el corazón al echar la vista atrás y al ser consciente de la gente que le sigue en todo el mundo. “Sí, macho, se me pone la carne de gallina, es una puta pasada.”

Se siente un auténtico privilegiado por hacer lo que le gusta, y que guste a tantos. Apura lo poco que queda en su vaso y sonríe con esos ojos de chaval de barrio y esas arrugas de hombre de vivencias. Esa Doble Vida. “Y, sí, que dure, que tengo muchas cosas que decir aún. –añade-. Esto va para largo.”

*Foto destacada: Blanca Santillana

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